| mix&mis |

LA RESURRECCIÓN NEOLIBERAL

Por: Federico Armada

Cuando pensábamos que el neoliberalismo estaba en su definitiva retirada, asistimos perplejos a su violenta y cruda resurrección

Luego de décadas de recetas diseñadas en los laboratorios del Fondo Monetario Internacional (FMI), del Banco Mundial (BM) y del poder político-económico en Washington, y cocinadas eficaz y obedientemente por los gobernantes del Tercer Mundo, pensamos que el neoliberalismo agonizaba aplastado por los devastadores resultados de sus fórmulas.

Desde finales de los 70’ y hasta principios del tercer milenio, los gobernantes latinoamericanos (de Martínez de Hoz a Cavallo, de Videla a Menem y De la Rúa) nos forzaron a creer que el ajuste permanente, la eliminación de los derechos de los trabajadores, las reducciones de salarios, las descentralizaciones sin presupuesto, las privatizaciones, la desindustrialización, el achicamiento del estado y el libre mercado, nos iban a llevar mágicamente al “progreso”.

Había que ser buen alumno, obedecer al FMI y esperar los resultados.

Pero el bienestar prometido, aquel que iba a reemplazar al Estado de Bienestar, nunca llegaba. Se sucedían ajustes, endeudamientos, canjes, megacanjes, blindajes y megablindajes. Y paralelamente (como consecuencia inevitable), crecían la pobreza, la indigencia, el desempleo y se desplomaban la salud, la educación y la industria.

Sin embargo, los países centrales nunca realizaban puertas adentro lo que exigían para afuera. Estados Unidos, primera potencia mundial (política, económica y militar), siempre entendió –con las tristes excepciones de Reagan o Thatcher en Inglaterra- que en los momentos de crisis no había que ajustar, sino expandir el gasto público, con un único objetivo: aumentar el nivel de empleo para incrementar el consumo interno y así entrar en una rueda de crecimiento económico. Una idea casi de sentido común, que no fue inventada por comunistas ni socialistas, sino por un economista británico más o menos sensato: John Maynard Keynes.

Del otro lado del océano, Europa mantenía los logros sociales, laborales y económicos que había alcanzado luego de décadas de lucha. El Estado Social o “de Bienestar”, considerado Patrimonio Europeo por la UE, nunca fue desmantelado.

Las políticas de ajuste eran para los países del tercer mundo, porque lo único que buscaban era garantizar que estos pagaran sus deudas.

Y siendo alumnos “modelo” (como nos definía el FMI), nos recibimos trágicamente en el 2001: el ajuste para pagar deuda que llevaba luego a tomar más deuda y a hacer un nuevo ajuste nos dejó en la ruina: 25% de desocupación, 50% de pobreza, salarios que no alcanzaban para nada, jubilados y estatales con sueldos diezmados para financiar el “ahorro”, saqueos, manifestaciones con represión y muerte, y finalmente un presidente huyendo en helicóptero.

Pasamos de ser modelo de obediencia a modelo de fracaso. Y el mundo entero tomó el caso argentino como el paradigma de cómo las recetas neoliberales condenaban a los países a la miseria.

Como consecuencia, el FMI hizo una discreta autocrítica y los gurúes neoliberales se llamaron a silencio.
Argentina y otros países del tercer mundo que habían sido devastados por las políticas del Consenso de Washington, lograron salir de la crisis con políticas neokeynesianas: expansión del gasto público, inversión en obra pública, fomento del consumo, etc.

Hoy la crisis de deuda que azota a Europa encuentra a los mismos neoliberales de siempre (que habían demostrado el fracaso de sus ideas) desempolvando el viejo recetario del ajuste. Pero esta vez, los que están aplicando estas fórmulas son los países europeos.

Todo el arco político de la Unión Europea, desde el socialista Rodríguez Zapatero en España hasta la coalición de derecha de Merkel en Alemania (pasando por Papandreou en Grecia), anunció planes drásticos de “ahorro”, que incluyen eliminación de asignaciones familiares, reducción o eliminación del seguro de desempleo, flexibilización laboral, despidos, achicamiento del estado, reducción de jubilaciones y de salarios de empleados públicos y demás planes que ya conocemos.

¿Cuál es el objetivo de estos planes? El mismo de siempre: garantizar que los países que reciban ayuda económica (deuda) puedan luego devolver ese dinero. No ayudan a generar empleo, ni a fomentar el consumo, ni producen crecimiento económico. Sólo buscan que los países endeudados puedan pagar sus deudas.

Todos vimos por televisión una triste remake de la Argentina del 2001 en la Grecia actual. Lo mismo que acá, pero allá… 10 años después.

Es importante, por eso, en momentos en que la derecha vernácula propone ajustes, recordar lo que hemos vivido y mirar lo que está pasando del otro lado del atlántico.

Tener una política económica soberana e independiente, que no repita los errores del pasado y no imite los desastres del presente, que mire a los demás países latinoamericanos y no a los del poder central, es un pilar fundamental para construir bienestar para todos. Defender políticas inclusivas como el Ingreso Universal por Hijo, la recuperación de los fondos de jubilaciones y seguridad social, el fomento de la industria nacional a través de créditos de la banca pública, etc., es una obligación de todos los que luchamos por una sociedad más justa.

Federico Armada

| + | mix&mis | + |

English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified
this widget by www.AllBlogTools.com Detecta y traduce automáticamente al idioma del visitante